Bilbao – Instagram, Snapchat, Twitter, WhatsApp. Son las redes sociales y servicios de mensajería instantánea que triunfan entre 13 y los 16 años. Así lo menciona el informe EU Kids III y así lo confirman Maialen y Laia, dos estudiantes del centro educativo bilbaino Begoñazpi. “Aunque las redes sociales tienen muchas cosas positivas, hay que ser muy cuidadoso con ellas, porque también tienen sus consecuencias”, comentan. Ese es, a grandes rasgos, el mensaje principal transmitido en la sexta edición de las jornadas Explótalos sin que te exploten, a la que ayer asistieron unos 300 alumnos de varios centros vizcainos y se espera que hoy asistan 200 más. Organizadas por Sabino Arana Fundazioa y Euskaltel, los temas estrellas de esta ocasión son la incidencia social de las nuevas tecnologías en los jóvenes y la gamificación.
Según Estefanía Jiménez, profesora de la UPV/EHU y miembro del equipo EU Kids Online Spain, en base al informe EU Kids Online III los teléfonos inteligentes y las tabletas tienen una penetración indiscutible entre los jóvenes y no hay una gran diferencia dependiendo de la clase social ni tampoco en cuanto a sexo. La edad también ha descendido “dramáticamente”. “El primer acceso a Internet de los jóvenes que hoy tienen entre 15 y 16 años se dio cuando tenían 7,5 años”. Además, los datos demuestran que el uso se ha incrementado. Sin embargo, las actividades mayoritarias que se desarrollan en Internet siguen siendo las mismas: la búsqueda de información y el contacto con amigos, familia y conocidos, junto con el visionado de vídeos. “Es decir, que lo que antes era popular sigue siéndolo ahora, si bien han cambiado las formas y las herramientas de acceso”.
Más allá de los datos, durante las jornadas también fueron tratados cuatro de los problemas que más preocupan a los jóvenes. “A la cabeza continúa apareciendo el ciberbullying”, señala Jiménez. Después de todo, asegura que es el riesgo de Internet que más prevalencia tiene, algo con lo que los estudiantes que participaron en las jornadas estaban de acuerdo, pues la mayoría aseguraron haber conocido casos entre sus amigos y conocidos.
En segundo lugar, continúa Jiménez, se encuentra el enganche. No dedicar tiempo a las relaciones cara a cara, el consumo nocturno, etc., son problemas que cada vez cobran una mayor relevancia y que perturban una convivencia sana. “Puede que no sea el problema principal, pero que perdamos horas de sueño por el mero hecho de navegar en Internet me parece preocupante”.
Aislamiento El riesgo que ha dado un paso adelante en los últimos años es el aislamiento. Pese a resultar una paradoja, estas herramientas cuyo objetivo es la comunicación pueden convertirse en un importante foco de sensación de soledad. “Para empezar, ocurre que los jóvenes sin móvil, al no tener WhatsApp, se sienten aislados del resto de sus amigos”, explica Jiménez. Lo compara, a día de hoy, con un índice de popularidad. Pero considera más inquietante aún la tendencia a querer estar en todos los grupos que se crean. “Hay que asumir que no se puede ser amigo de todo el mundo ni estar en todos los grupos”. Esto último les genera “sensación de sufrimiento” que hay que aprender a gestionar.
Y por último, Jiménez también menciona la pérdida de control sobre la privacidad de uno mismo. Subir una foto inadecuada y que luego se difunda a su libre albedrío, que uno pueda ser espiado a través de su webcam -aunque esté desconectada- o que te puedan localizar a través del GPS son algunos de los temores que compartieron los alumnos.
Según Jiménez, todavía queda mucho por hacer y sobre todo recalca que hay que trabajar la empatía. “A día de hoy los padres tienen los conocimientos suficientes para poder acompañar a sus hijos en el mundo de Internet y así resolver los principales focos de problemas”. Después de todo, asegura que hay que ir desgastando ese mito del nativo digital. “Puede que los jóvenes conozcan y se manejen bien con las nuevas tecnologías, pero también tienen un gran vacío”.
Jiménez comenta que, según los últimos datos de EU Kids Online, el 50% de los jóvenes reconoce no tener capacidad de contrastar información o de modificar las opciones de privacidad de sus propios móviles. “Conocer las nuevas tecnologías no implica que hagan un buen uso, y ahí hay que profundizar”.
Fuente: deia.com