A la hora de poner nombre a los fenómenos generados por las nuevas tecnologías, el inglés se lleva la palma. Al ciberbullying, al texting, al grooming o al phubbing se ha unido, desde hace algún tiempo, el vamping. Hace referencia al vampirismo porque, en esencia, se produce a lo largo de la noche y mientras todos duermen.
¿Qué es el vamping?
A pesar de ser una costumbre cada vez más común en los adolescentes, lamentablemente, los padres la mitad de las veces ni se enteran de que sus hijos la practican. Y decimos lamentablemente porque es altamente perjudicial para ellos, al incidir negativamente en su salud física y mental, así como en su desarrollo social y académico.
Se trata de trasnochar con el móvil, con la Tablet o cualquier dispositivo con acceso a internet. Es decir: en vez de dormir, los niños que “le dan” al vamping, lo que hacen es permanecer despiertos hasta altas horas de la mañana, posteando en redes sociales, jugando a videojuegos, viendo páginas web y vídeos de Youtube o, muy comúnmente, texteando en WhatsApp.
¿Por qué lo hacen?
La principal motivación no sorprenderá a nadie: se trata de una mezcla de desobediencia y desafío a la autoridad de los padres, junto con un deseo de parecer más “guays”, haciéndose los mayores o los interesantes, como si durante el día no tuvieran tiempo de dedicarse a esos menesteres de lo ocupados que están. Aunque a veces será verdad que no disponen de tiempo para socializar debido a la sobrecarga de actividades extraescolares.
A la par que restan horas al sueño, van haciéndose adictos a esa agradable sensación de intimidad que les proporciona el silencio de la casa, en la que todos los miembros de la familia están durmiendo y nadie les interrumpe.
La psicóloga Cristina Isasi del Centro Psimebi en Bilbao no considera que sea una moda reciente, “ya que trasnochar se ha hecho siempre”, aunque la novedad es ponerlo en práctica haciendo uso de los dispositivos. Y muchas veces, afirma, “lo hacen por socializar, al no tener tiempo durante el día debido a sus jornadas maratonianas de colegio, clases particulares…” Es básicamente un problema de límites y de control temporal en el uso.
Consecuencias del vamping
Las consecuencias a corto plazo son evidentes, y se acusan al día siguiente: los niños están cansados por la falta de sueño y no son capaces de centrar su atención, lo cual afecta a su aprendizaje en el colegio y, por ende, en su rendimiento académico.
Pero además existen una serie de consecuencias a largo plazo, que incluyen el nerviosismo, el sedentarismo, e incluso la obesidad.
¿Qué pueden hacer los padres?
Lo primero de todo será hablar con ellos para saber por qué lo hacen. La psicóloga desaconseja quitarles el móvil, que para ellos en una fuente más de socialización. Al fin y al cabo, “ellos no distinguen entre la vida on-line y off-line porque ya han nacido con internet”
Lo que sí podemos hacer los padres es limitar el consumo y aplicarnos nosotros también el cuento. Isasi aconseja “poner límites de tiempo al uso y predicar con el ejemplo”.
Fuente: Que.es