Su nombre en inglés es de dominio público. La primera dama de los EEUU habla del problema en un discurso ante la ONU. Y la Fundación FC Barcelona pide que tenga más visibilidad. El acoso escolar o bullying no es un fenómeno nuevo, pero sí está a la orden del día y lo hace impregnado de las bondades y los riesgos de las nuevas tecnologías. Para los expertos de la UOC, si bien la mensajería instantánea y las redes sociales pueden amplificar el acoso, internet y las aplis empiezan a ofrecer maneras de combatirlo o incluso de prevenirlo. Con todo, es poco probable que se acabe prescindiendo del contacto cara a cara para solucionar las situaciones de acoso escolar.
Si hacemos caso de los últimos informes que se han hecho en España, la magnitud del fenómeno es considerable. Save the Children explicaba, en febrero del año pasado, que el bullying había afectado a casi 1 de cada 10 alumnos de secundaria en los dos meses anteriores. Y la Universidad del País Vasco ha hecho público este año un estudio según el cual más de un 20 % de alumnos entre 9 y 16 años usuarios de internet consideran que han sido víctimas de acoso escolar cara a cara en los últimos 12 meses. Si hablamos de ciberbullying, es decir, de acoso escolar por internet o dispositivos móviles, las cifras del informe del País Vasco son más bajas, un 12 %, con una incidencia más elevada a medida que aumenta la edad de los menores y probablemente la posesión de teléfono móvil.
El ciberbullying, que “no existiría sin la previa del bullying”, facilita que agresores que no se atreverían a actuar de determinadas maneras presencialmente lo hagan en línea. Así lo explica José Ramón Ubieto, profesor colaborador de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, psicoanalista y autor de Bullying. Una falsa salida para los adolescentes. “El ciberacoso escolar puede exacerbar la crueldad“, detalla.
Vista la situación, la cuestión es si existen maneras de aprovechar la proliferación del teléfono móvil entre los jóvenes para causar el efecto contrario: afrontar y prevenir el bullying. Para Ubieto, cada vez hay más recursos, que pueden ser muy útiles. “Una clave es conseguir comunicar de manera más ágil y discreta mensajes de apoyo y recomendaciones para todos”, explica. “Y otra clave es que pueden aumentar la corresponsabilidad de cada cual poniendo a cielo abierto el acoso, evitando la opacidad que lo mantiene y lo reproduce”, añade.
Además, las herramientas digitales pueden conseguir que jóvenes a los que resulta difícil denunciar o comentar presencialmente situaciones de bullying lo hagan mediante el móvil. “Les puede costar decírselo a personas mayores a quienes consideran una autoridad (profesores), a quienes no quieren hacer sufrir (padres), o a compañeros que ellos creen que podrían verlos como débiles. A los nativos digitales, las TIC les aportan seguridad en estos casos”. Así lo analiza Blanca Torrubia, directora de la Cátedra UNESCO de Deporte para la Coexistencia Social y la Resolución de Conflictos, y del nuevo máster de Gestión y Solución de Conflictos, ambos de la UOC.
Pero Ubieto insiste en que, una vez identificado el acoso escolar, cualquier actuación en el ámbito digital tiene que ir acompañada de la presencia y el cara a cara. “Hablo de profesores, padres y alumnos. La conversación entre ellos tiene que devolverle a cada cual su responsabilidad y permitir rectificar tanto el exceso, es decir el acoso, como las inhibiciones de las víctimas, que muchas veces no pueden responder de otra manera que con silencio y dolor”, subraya. Para Torrubia, en el ámbito escolar es esencial fomentar la cultura de paz: “Los alumnos han de ser conscientes de los sentimientos que pueden provocar en sus compañeros y desarrollar empatía. Muchas veces no son conscientes. Y han de darse cuenta de las ventajas de una convivencia respetuosa con los demás”, advierte.
Herramientas digitales en funcionamiento
Entre los recursos digitales que ya existen para contribuir a prevenir o revertir el acoso escolar, Ubieto destaca la apli Parental Click, una aplicación de control parental que, con el permiso del menor, permite obtener pruebas legales del acoso, mediante el geoposicionamiento o la grabación de imágenes con el móvil. “Pero si reducimos el acoso a la judicialización nos dejamos lo más importante, que es la capacidad de los sujetos para hacer frente a las dificultades, y los condenamos a ser víctimas pasivas”, apunta. Por otro lado, el experto pone en valor Zoom1T, un cuestionario que los alumnos de los centros escolares pueden responder anónimamente y que permite detectar problemáticas o situaciones de riesgo. O Stop Bullying, una aplicación para comunicarse con el responsable del centro educativo y advertirlo del peligro de un caso de bullying, sea anónimamente o mostrando la identidad.
Estudiantes de la UOC trabajarán con la apli B-Resol
Precisamente en esta línea funciona la apli B-Resol, que se utiliza en varios centros educativos catalanes y con la que trabajarán desde este curso como mediadores una treintena de alumnos de la UOC durante las prácticas del máster que dirige Torrubia. La aplicación hace posible que cualquier alumno del centro educativo, en cualquier momento y desde cualquier lugar, pueda avisar de cualquier situación de conflicto entre los estudiantes del centro. Además, permite a los centros recoger datos para entender mejor los casos de acoso y los conflictos entre los alumnos.
Fuente: republica.com